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Nuevas tecnologías

Hagamos la siguiente pregunta a los más jóvenes: ¿Qué pasaría si se te rompiera el móvil y no pudieras comprar otro? Catástrofe, calamidad o tragedia son los sinónimos más suaves para las palabras con las que nos contestarían. Pero, sin irnos a las generaciones más jóvenes, que casi han nacido con un móvil en la mano, si cualquier persona de unos 30 a 50 años de edad, siendo generosos, se ve sin tecnología repentinamente, se encontraría algo perdida en su día a día.

Y es que, casi sin darnos cuenta, nos hemos acostumbrado de manera asombrosa a las nuevas tecnologías. El móvil y el ordenador, herramientas que hace unas décadas no existían, son indispensables ahora, y rara es ya la casa en la que no se pueda encontrar una computadora. Rara es, de hecho, la palabra computadora en sí. La tecnología nos brinda enormes posibilidades, desde comunicarnos desde casi cualquier lugar a localizar cualquier servicio o servirnos de mapa instantáneo. Sin embargo, estos aparatos también tienen una gran desventaja, mencionada indirectamente al principio: la dependencia.

Hasta ahora la palabra dependencia se relacionaba con sustancias como el alcohol u otras drogas, a lo sumo el juego. Hoy en día nos encontramos además con las denominadas adicciones sin sustancia, que atañen al Internet, los videojuegos o el móvil. Aunque se trata de casos extremos en los que la dependencia es tal que la persona desarrolla una adicción hacia cualquiera de estas herramientas, es una realidad existente y a tener en cuenta.

Nuevas tecnologías

Aún sin ser adictos a las nuevas tecnologías, hay algunas prácticas que podemos poner en marcha para disminuir nuestra dependencia de ellas:

Respetar los espacios. Si estamos en la cama, el móvil puede propiciar que nos entretengamos y demoremos nuestra hora de dormir. Ya sea con conversaciones de Whatsapp, blogs de Internet o fotos de Instagram, activamos nuestro cerebro, retrasando el sueño. Además, el espacio que debería significar descanso y relajación pasa a tener muchas más afecciones, como entretenimiento, discusión o incluso trabajo. Lo mismo ocurre a la hora de las comidas. Comer con el móvil en la mano hace que estemos menos atentos a qué comemos y cómo lo hacemos, pudiendo pasar desapercibidas sensaciones como la de la saciedad. También se puede ver afectado en cierto modo el ámbito social, ¿acaso no nos resulta molesto que alguien esté mirando el móvil cuando estamos comentando algo en familia durante la comida?

Poner límites. Cada persona ha de conocer sus propios límites. Uno tiene que saber, por ejemplo, si necesita tener el móvil conectado por cuestiones de trabajo o según sale de su puesto puede prescindir de él. Como norma general, puede resultar adecuado tener “nuestros ratos” personales, en los que las distracciones del móvil o las redes no tengan cabida. Si disfrutamos con la lectura o el dibujo, o estamos viendo una película, quitar el Internet del móvil puede ayudarnos a disfrutar más de la actividad. Incluso alejarlo de nuestra vista puede ser útil, ya que parece que con solo verlo nos entran las ganas de comprobar si hemos recibido alguna notificación. Otro límite que puede sernos de ayuda es poner una hora límite para responder a mensajes. Podemos, por ejemplo, quitar el Internet del móvil cuando nos vayamos a meter a la cama para que ninguna notificación nos interrumpa cuando vayamos a dormirnos.

“Dejarnos” el móvil en casa. ¿A qué estudiante no le ha ocurrido que se ha dejado el móvil en casa al ir a la biblioteca y su tarde ha resultado más productiva? Aunque tengamos reticencias porque vamos a estar incomunicados durante un rato, si sabemos que realmente no vamos a necesitar el móvil para cierta actividad, podemos dejarlo en casa y, de este modo, evitar tentaciones. Además, para no tener verdaderamente necesidad del móvil si hemos quedado con otras personas, podemos establecer el lugar y la hora con antelación para no tener que llevar el teléfono.

Aprovechar las variadas funciones del móvil. Por ejemplo para escuchar música. Ahora es común escuchar nuestra música favorita desde el propio móvil, pero ¿por qué no hacerlo quitando las funciones extra de éste? Podemos aprovechar y utilizar el móvil como simple reproductor de música.

Estos cuatro pequeños gestos pueden servirnos como guía para saber hasta qué punto tenemos dependencia de las nuevas tecnologías y cómo empezar a hacerle frente a ella. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de vivir el presente con conciencia, de darnos cuenta de dónde estamos y cuáles son nuestras necesidades en este momento, aprovechando los beneficios de las nuevas tecnologías, pero sin dejar que se conviertan en el centro de nuestra vida.