Hoy en día la sociedad en la que vivimos está inmersa en una serie de hábitos que podemos calificar como poco saludables. Es decir, nos empuja a funcionar “contra reloj”, con excesivas prisas, fijando objetivos en muchas ocasiones difícilmente alcanzables, etc., lo cual, provoca que experimentemos unos altos niveles de estrés y/o ansiedad.
De esta forma, los problemas relacionados con el estrés son uno de los motivos de consulta médica y psicológica más frecuentes. De hecho los datos epidemiológicos estiman que una de cada siete personas sufrirá un trastorno de estrés/ansiedad a lo largo de su vida. Sabemos que esto, está vinculado tanto al malestar emocional, como a diversas alteraciones fisiológicas de amplio espectro. Se trata de uno de los fenómenos psíquicos más universales, pues aparece en muchos eventos de nuestra vida diaria como puede ser un examen, una entrevista de trabajo o un frenazo brusco con el coche.
De hecho, si no sintiéramos estrés ante, por ejemplo, un perro que corre hacia nosotros ladrando enfurecido no intentaríamos ponernos a salvo. Si no sintiéramos estrés cuando tenemos que afrontar un examen o hablar en público, careceríamos de la motivación necesaria para estudiar y prepararnos. Si no experimentáramos ansiedad ante un dolor persistente no buscaríamos diagnóstico ni tratamiento hasta que fuera demasiado tarde. El problema aparece cuando la respuesta de estrés o de ansiedad es excesiva, continua y desproporcionada, que en lugar de empujarnos a buscar soluciones nos bloquea y paraliza, provoca un funcionamiento excesivo de diversos sistemas orgánicos a la vez, que deprime nuestro sistema inmune, o bien, nos empuja a realizar conductas nocivas. Por ello se han elaborado multitud de procedimientos para el manejo del estrés y la ansiedad, siendo las técnicas de relajación las herramientas más aplicadas.
Cuando hablamos de relajación, hacemos referencia a un estado de reposo del cuerpo en el que la actividad metabólica, muscular y nerviosa está reducida. La respiración es lenta y la mente está tranquila y libre de preocupaciones. Se puede aplicar a diversas circunstancias, elementos o situaciones siempre y cuando se dé esa condición de desaparición de la tensión física, corporal, emocional, psicológica, etc.
Podemos asegurar que la mayor parte de técnicas de relajación estructuradas que se utilizan en la actualidad tanto en la práctica profesional como en la investigación científica se basan en dos técnicas desarrolladas a principios de este siglo: la relajación muscular progresiva de Jacobson (RMP) y el entrenamiento autógeno de Schultz (EA). Ambas se complementan, ya que se centran, respectivamente en dos de las principales funciones de la relajación: el descenso en el tono muscular, en lo que se refiere a la RMP y la sugestión y control mental del EA. Posteriormente han aparecido procedimientos estructurados realmente eficaces que reducen considerablemente la duración del entrenamiento y que en realidad se llevan a cabo en la actualidad
Antiguamente la relajación estuvo estrechamente ligada a la filosofía oriental y la meditación, control de la respiración y postura corporal. En la Edad Media, los monjes realizaban ejercicios diarios de relajación para favorecer la armonía de su cuerpo, su energía positiva y el autoconocimiento personal. Antiguamente la relajación estuvo estrechamente ligada a la filosofía oriental y la meditación, control de la respiración y postura corporal.
Actualmente se han extendido sus líneas de aplicación. En numerosos ámbitos profesionales (empresas, sanidad, profesorado, etc.) hacemos cada vez más hincapié en los métodos de relajación como medida preventiva ante el estrés. Es importante dar a conocer esta herramienta para poder ser utilizada para el enfrentamiento de cualquier estresor que nos podamos encontrar en el día a día.