En el caso de las parejas, aunque la respuesta suene un tanto evidente (“Si te pega”, “Si te hace sentir mal”…), no lo es tanto. Todos tenemos claro que cuando alguien nos golpea es maltrato, que nuestra pareja no tiene derecho a ponernos la mano encima y que, claramente, si eso sucediera cortaríamos la relación de inmediato. Pero hay dos hechos que se nos suelen escapar. Uno es más reconocido a nivel social: tu pareja no tiene porqué pegarte para maltratarte. Una humillación, control sobre tu manera de vestir o con quién estar, también es maltrato. Sin embargo, el segundo hecho es más escurridizo: damos por hecho que si nuestra pareja se atreviera a pegarnos huiríamos de inmediato, pero ¿realmente lo haríamos? Si hay que huir ante el primer signo de violencia, ¿es culpa de la víctima por no hacerlo? La respuesta a ambas preguntas es no.
Las personas tendemos a cometer un error muy común, que es atribuir nuestras conductas a factores externos (atribución externa, “no soy una persona borde, es que tengo un mal día”) y las conductas de los demás las achacamos a su forma de ser (atribución interna, “es que es un borde”). A esto se le denomina en psicología error fundamental de atribución. Tendemos a salvarnos a nosotros mismos, pero cuando se trata de los demás nos resulta más difícil ver el contexto, si es que podemos, y atribuimos su conducta a su carácter. Por lo tanto, estamos juzgando la respuesta que da una persona ante el maltrato de su pareja sin saber qué es realmente lo que pasa.
Primero, es clave entender que las personas maltratadas suelen caer en una espiral. No se da directamente un maltrato flagrante, la cosa empieza sutilmente. Puede ser con comentarios del tipo “Me gustaría que pasásemos más tiempo los dos solos”, “Es que tus amigos son bordes conmigo” o “No les caigo bien y me siento incómodo”. El maltratador va aislando paulatinamente a su pareja, tratando de cortar su relación con familia y amigos por lo que, de base, la persona está sola. Además, el maltrato puede comenzar por ser psicológico. Un tipo de maltrato psicológico importante es el chantaje emocional: “Si no haces/si haces X es que no me quieres”, “Me siento inseguro cuando los otros chicos te miran tanto, si no te pusieras esa falda…”, “Hago X porque te quiero”. Esta clase de comentarios minan la seguridad de una persona en sí misma.
Otros tipos de maltrato psicológico son la humillación o la descalificación, en general, los comportamientos que hacen que la víctima sienta que no vale nada y que el maltratador incluso es indulgente con ella. Asimismo, el maltratador puede hacer pensar a la víctima que “está loca” o es “una histérica” cuando responde al maltrato. Hay que tener en cuenta que además esto se suele dar en el ámbito privado. En público la persona maltratadora puede ser la más encantadora y amable de las parejas. Esto se suma a otros dos hechos. El primero y más relevante es que el maltratador no empezó siendo así. Esto puede hacer que la víctima crea que puede cambiar: ¿Si antes no era así, qué le está pasando ahora? Además, el maltratador puede poner excusas del tipo “Siento el comentario de antes, estoy muy estresado en el trabajo”. La guinda del pastel es que todos alguna vez hemos recibido y hecho algún comentario que tal vez estaba fuera de lugar porque no teníamos un buen día, por lo que ¿por qué a los demás perdonárselo y a tu pareja no? El segundo hecho a tener en cuenta es que la pareja no maltrata sin parar. No es que estés con alguien encantador y un día se levante y sea una persona totalmente diferente que te insulte y humille. Son ocasiones “excepcionales”, excusadas y luego “compensadas”. Como ayer me porté mal contigo, durante el mes siguiente soy totalmente adorable, de forma que tú crees que ha sido una excepción, que yo estaba pasando por una situación difícil, pero que vuelvo a ser como al principio y estaremos bien. El problema es que esto se convierte en un círculo vicioso y que, además, los periodos de reconciliación son cada vez más cortos, formándose la mencionada espiral:
Aparte de todo esto, otro problema es que la víctima puede tener otras cuestiones aparte del maltrato psicológico que ha tenido consecuencias sobre ella. La víctima puede tener verdadero miedo de que el maltratador la busque tras el abandono y que incluso pueda llegar a matarla en tal caso. El maltratador también puede amenazar con suicidarse él mismo si la pareja lo deja y, si hay niños de por medio, puede utilizarlos para manipular a la víctima (por ejemplo, amenazando con hacerles daño o llevárselos). Además la víctima puede depender económicamente del maltratador o sentirse aislada, como ya hemos mencionado al principio.
En conclusión, es importante saber que el maltrato no comienza con el primer golpe, comienza por el primer “¿A dónde vas así vestida?”, “Si no te acuestas conmigo ahora es porque realmente no me quieres”, “Yo no quiero ponerme así contigo, pero me obligas”. Las palabras también duelen y, a diferencia de los golpes, no dejan de hacerlo con el tiempo.